31 de Octubre, 2024 - La verdadera santidad
Efesios 4:24 “Y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”
Cuando creíste en Jesús, llegaste a ser justo. 2 Corintios 5:21 nos dice: «Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.» Jesús nunca cometió un pecado, ni uno, pero Él se hizo pecado. Él no sólo tomó el pecado. Se hizo pecado para que tú y yo, que éramos pecadores, pudiéramos ser hechos justos. Nunca habíamos sido, ni podríamos ser justos. La justicia es algo que Dios es y hace, pero ahora tú y yo también somos justos. No porque lo merezcamos o lo hayamos ganado. Simplemente llegamos a serlo porque creímos en Jesús.
Esta escritura también dice que nuestro nuevo hombre fue creado en «verdadera santidad». La verdadera santidad no es sólo una acción. Es una posición. Somos santos porque Él es santo. La acción de la santidad debe venir de tu espíritu, y no tratar de trabajarla. Esto es lo que debemos hacer. Debemos ofrecer nuestros cuerpos y todas sus partes a Dios. La Palabra dice que debes ofrecer tus miembros (las partes de tu cuerpo) a Dios en servicio, para que produzca santidad en tu vida. En 1 Pedro 1:16, dice, esto, «Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo». Dios es santo, y porque nacemos de nuevo en Su semejanza y Su imagen, somos hechos santos. Desde esta posición de santidad, podemos comenzar a actuar santamente, separados y apartados. En el verso 15 de 1 Pedro 1, dice que nuestra conducta debe ser santa. No puedes comportarte de una manera santa si no has sido hecho santo.
La santidad procede de la naturaleza de Dios. Dios es santo. Él no está tratando de ser o actuar de manera santa, simplemente Él es así. Tú no puedes comportarte de una manera santa hasta que tengas las herramientas para hacerlo, lo cual incluye una nueva naturaleza creada a la semejanza e imagen de Dios. Tenemos una carne con la cual luchar; y si constantemente cedemos a nuestra carne, nunca podremos caminar en la santidad que Dios quiere para nosotros. 2 Corintios 7:1 dice, «Teniendo pues estas promesas, amados, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios». ¿Cómo puedes limpiarte de la inmundicia que hay en tu carne? Lo haces caminando en el espíritu (Gálatas 5:16). La mente se inclina cuando pensamos en nosotros mismos siendo santos porque nadie es santo aparte del Señor; pero debes comenzar a pensar en ello de esta manera. Dios te ha impartido esa posición en el nuevo nacimiento y ahora depende de ti recibirla y comenzar a caminar en ella. Eres santo como Él es santo, así que debes limpiarte diariamente no cediendo a la carne sino al Espíritu Santo.
La santidad nunca puede ser algo que se consiga sólo con lo que haces o con tu aspecto. Como seres humanos, nunca tuvimos la oportunidad, desde Adán, de ser santos. Podíamos hacer cosas santas y adorar a un Dios santo, pero ser santos era imposible. Ahora, a través de Jesucristo, el Santo, puedes ser santo y actuar santamente. El Señor incluso nos llamó una nación santa, una nación apartada (1 Pedro 2:9). Debemos hacer diariamente lo que Romanos 12:1-2 nos enseña. Debemos ofrecer nuestros cuerpos como un sacrificio vivo manteniendo nuestra carne en sumisión y renovando nuestras mentes. Cuando hagamos eso, caminaremos en verdadera santidad.
Pr. Mark Garver