01 de Octubre, 2024 - ¡Lo tengo!
1 Juan 5:15 “Y si sabemos que él nos oye, cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hemos deseado.”
La cuestión no es conseguir que Dios responda a nuestras oraciones, sino conseguir que nos oiga. El oír no es un oír físico. Dios conoce nuestros pensamientos; Él sabe lo que necesitamos incluso antes de que se lo pidamos, pero debemos pedirlo. La Palabra es clara que no tenemos porque no pedimos. Parece ser una cosa legal que Dios necesita que le pidamos. Como Juez justo, Él ha establecido un sistema para que Él pueda intervenir legalmente en nuestras vidas a través de la oración. Incluso tenemos la ventaja de que podemos orar en el nombre de Jesús debido al pacto que tenemos con Él.
No se trata sólo de pedir. También se nos dan algunas instrucciones en Santiago 4:3, «Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para consumirlo en vuestras concupiscencias». Esto se refiere a los deseos de nuestra carne y a la amistad con el mundo. ¿Qué nos impide pedir cosas que sólo satisfarán los deseos de la carne? La Palabra es clara en que si pides para consumirlo en los deseos de tu carne, no recibirás de Dios. Esto nos lleva de regreso a Juan 15:7 donde se nos dice que permanezcamos en Él y dejemos que Sus Palabras permanezcan en nosotros. Este permanecer en Jesús nos mantendrá en la voluntad de Dios y solo pidiendo lo que es Su voluntad de acuerdo a Su Palabra. Recuerde, la voluntad de Dios no es difícil de encontrar. Está escrito. Y el Espíritu Santo es un gran comunicador. Él puede hacerte saber la voluntad del Padre en cada área de tu vida.
Cuando termines de orar, debes creer que lo tienes. Marcos 11:24 dice que cuando oramos, debemos creer que recibimos. ¿Cuándo? En el momento en que dices «Amén», debes saber que tienes la petición que oraste, que en ese momento la recibiste. Nuestra escritura dice, «sabemos que tenemos las peticiones que le pedimos». La fe es una persuasión. Cuando estés plenamente persuadido de que lo tienes antes de verlo, lo tendrás. Debemos tener cuidado que después que decimos, «Amen,» no empecemos a buscar en este reino natural o empecemos a vacilar o dudar. Cuando oraste la voluntad de Dios, Él te escucha; y si Él te escucha, entonces, ¡lo tienes! Entonces, ¡¿Qué queda por hacer sino regocijarse?!
Pr. Mark Garver