12 de Agosto, 2024 - ¡Lo tocó!

¡Lo tocó!

12 de Agosto, 2024

Marcos 5:27 “Cuando oyó hablar de Jesús, se acercó por detrás y tocó su manto.”

Ella oyó algo porque tenía fe para hacer algo a partir de lo que había oído. Entonces, ella comenzó a decir algo. Ella dijo: "Si puedo tocar Su manto, quedaré sana". Sabemos que ella había escuchado algo acerca de la virtud sanadora que venía de Jesús, y por eso ella decidió que si tan solo pudiera tocarlo, ella también sería sanada. Así que, mientras caminaba, se decía a sí misma: "Si tan sólo pudiera tocarlo, quedaría sana". Eso la hizo avanzar hacia lo que deseaba en su corazón: la sanidad. Si hubiera llegado hasta allí y hubiera seguido diciendo: "Si puedo tocarlo, si puedo tocarlo", pero nunca lo hubiera tocado, no se habría curado. Su fe alcanzó su expresión final cuando lo tocó y liberó su fe. Cuando ella tocó a Jesús, el poder salió de Él. Él lo sabía, pero no sabía quién le había tocado porque preguntó: "¿Quién me ha tocado?". Miraba a su alrededor porque quería saber quién tenía fe. Sus discípulos estaban perplejos y dijeron: "Todos te tocan".

Ten en cuenta que, una acción que no sea hecha por fe, no es suficiente para recibir del Señor. Copiar lo que otros hacen por fe no te traerá la respuesta. Seguir el testimonio de otra persona sin la misma fe que ellos tuvieron no te traerá la respuesta. Intentarlo no funcionará. Esta mujer no lo intentó. Ella lo creyó. Mientras ella iba y hablaba consigo misma, ella no se esforzaba. Ella lo creía. Esta creencia la hizo ir, y la hizo empujar a través de la muchedumbre por su respuesta. Ella no sería negada. Lo tocó y siguió su camino. No necesitaba ni quería que nadie lo supiera. Obviamente, ni siquiera quería que Jesús se enterara. Consiguió lo que buscaba y se fue a casa curada, pero Jesús quería saber quién tenía realmente fe entre aquella multitud. La fe impresionó tanto al Señor, le agradó tanto que se detuvo, aunque iba de camino a sanar a la hija de Jairo. Tú y yo también tenemos fe, así que ejercitémosla como lo hizo esta mujer.

Pr. Mark Garver

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