03 de Enero, 2024 - Fe para ser sanado
Marcos 5:27-28 (RVA) Al oír hablar de Jesús, se puso detrás de él, entre la multitud, y tocó su manto. Porque se decía a sí misma: "Con sólo tocar sus vestidos, quedaré sana".
Uno de los mejores relatos para ver cómo trabaja la fe en recibir nuestra sanidad se encuentra en Marcos 5 concerniente a la mujer con el flujo de sangre. Cuando estudiamos esto, podemos ver los principios que esta mujer puso en lugar que causó que el poder de sanidad fuera liberado del Señor en su cuerpo y que su condición fuera sanada.
¿Cuál fue su punto de partida? La Biblia dice en Romanos 10:17, "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios". Ahí es donde ella comenzó. Ella obviamente escucho algo; debe haber escuchado que Jesus estaba sanando a la gente. Y cuando ella escuchó que la gente lo tocaba y era sanada, ella comenzó a pensar, "Si tan solo pudiera tocarlo, yo también sería sanada". ¿Cómo sé que ella pensó eso? Porque ella dijo: "Si tan sólo pudiera tocarlo". Su creencia se enfocó en tocarlo. En otras palabras, ahí es donde estaba su fe, en tocarlo. Obviamente, ella había escuchado a la gente decir que cuando alguien lo tocaba, era sanado. Entonces, puedes ver de esto que lo que escuchas acerca del Señor o lo que escuchas de la Palabra de Dios afectará tu fe. Jesús incluso dijo: "Tengan cuidado con lo que oyen y cómo lo oyen" (Lucas 8:18 y Marcos 4:24). Así que, en pocas palabras, la fe viene por el oír.
A continuación, activó su fe diciendo algo. Dijo en Marcos 5:28: "Si tan sólo tocare sus vestidos, quedaré sana". La Biblia es muy clara acerca de activar nuestra fe diciendo. Lo hiciste cuando naciste de nuevo. Romanos 10:9-10 nos dice que creímos que Jesús resucitó de los muertos y que la confesión fue hecha para salvación. Sin la confesión, no naces de nuevo. La Palabra también dice en 2 Corintios 4:13, "Tenemos el mismo espíritu de fe, según está escrito: Creí, y por eso hablé; también nosotros creemos, y por eso hablamos." Jesús mismo dejó muy claro en Marcos 11:23 que hay que hablar. Tenemos que hablar a las montañas en nuestra vida, y tenemos que decirlo de nuestro corazón y de nuestra boca. Esta mujer escuchó y luego dijo. El decir liberó y activó su fe.
Cuando llegó a Jesús, hizo algo.
Nuestra fe se ejercita cuando hacemos la Palabra o hacemos lo que está en nuestros corazones. Ella no lo anunció a nadie más. Ella solo tocó a Jesus; y cuando lo hizo, el poder de Dios comenzó a fluir. Ese poder salió de Jesus hacia ella y sanó su cuerpo. Jesús estaba tan sorprendido que dijo: "¿Quién me ha tocado?". Todos los discípulos dijeron: "Señor, ¿qué quieres decir? ¡Todo el mundo te toca!". Pero éste era un tipo diferente de toque. Los otros estaban “tratando” de conseguir algo, pero esta mujer vino ¡¡a conseguir algo!!. La Palabra dice en Santiago 2:17 y 2:26 que la fe sin las acciones correspondientes está muerta o vacía de poder. Cuando tú crees algo, actuarás en ello desde tu corazón. El ciego Bartimeo tiró su manto de mendigo, los cuatro amigos bajaron al hombre en una estera, Pedro soltó una red, y hay otras ocasiones que vemos en la Palabra de Dios de personas en fe mostrando su acción correspondiente. Para activar el poder de Dios, debes dar acción a tu fe.
Recuerda estas sencillas verdades y recibe tu sanidad:
La fe comienza donde se conoce la voluntad de Dios.
La fe viene por el oír.
La fe se libera diciendo.
La fe se activa haciendo.
Sé un hacedor de la Palabra de Dios y ve el poder sanador de Dios en tu vida.
Ps Mark Garver